Olor a lumbre

Por Carlos Díaz Chavarría
El Señor Carlos Díaz Chavarría es Licenciado en Filosofía Española y comentarista del programa Panorama desde 1998. También es autor de los libros “Aguas en Celo” y “Mi propio tiempo”.

Para Flora Sobrado de Echandi

¡Quién habría de decirlo!…
Transmutar creativamente esa milenaria prisión
en un caudal de soberanías culinarias,
con esas tus manos de suculentas cosmogonías,
porque entre cucharadas de adobos,
año tras año, desde el primer guiño de aliento del día,
condimentás entre especias de tempestades y calmas, fábulas de vida en tu cocina…

Y a pesar de los convencionalismos,
¡derribás aceites que hierven almas!,
con ese olor a lumbre derramado en tantos rincones,
sobre la palma de tus espátulas vivencias
que adueñadas vociferan la levadura de tu usanza.

¡Muy pocas veces las frutas no magullan su esencia!…

Por eso, en este tu espacio se han guisado un sinfín de realizaciones,
allí, la vida se cuece entre tus glamorosas pimientas y sabores,
¡cocinera de avatares !…,
pues en vos truenan las ollas de hedores a ofrendas,
sobre esa magia impostergable del éxtasis caramelizado,
como una orgía de paladares entre barrotes de sazón liberados…

¡Y sí, el tiempo mengua!,
pero vos seguís perpetua danzando afilada con caldos y laureles…

Señora de altivo y pasional sazonar,
por voluntad propia,
no como sacrificio,
más allá de lo que exigiera la historia.

¡Con tus fértiles aderezos sucumben los ayunos!…

Porque en cada cazuela brotás como balsámica trova,
y en tus recetas zapatean marinadas desnudas
de culantro y tomates,
ajos, menta, anís y tomillos,
arrullando sartenes de testimonios,
espolvoreando tus pisos de albahacas,
mientras tu arte escribe versos habituales
en nuestros paladares.

Por mi historia no hay nada más fértil
que tus irrevocables recetas,
¡cocinera de avatares con olor a lumbre!…

Me enseñaste a darle voz al pan de cada día,
para así sazonar de júbilos mis caldos;
por vos mariné mis masculinas venas
en julianas de emblemáticas permutaciones
para espolvorear mi existencia con tus cosechas…

¡Qué sería de nuestras mesas
sin el sazón de tus ebulliciones!
Vos que olés a café de esperanza,
y a mieles de llovizna;
a manos de laurel incandescente
y sublime rostro embriagado de canelas…,

¡porque contigo el llanto se ahuyenta de las cebollas
y el almíbar de los frutos se rejuvenece!…

Sí,
en tus fogatas caramelizadas
horneo mis quimeras…

Sí,

¡con vos!,

estamos a punto de ebullición…